Declaraciones
Secretario de Estado, Antony J. Blinken
Hotel Intercontinental
Ciudad de Nueva York, Nueva York
20 de septiembre de 2022

SECRETARIO BLINKEN: Merci beaucoup, Monsieur President. Presidente Michel, presidente Sall, Canciller, muchísimas gracias a todos por estar presentes hoy. Quisiera empezar invitando al escenario a otro colega, el presidente Petro de Colombia. ¿Nos haría el honor de acompañarnos? Tal vez no esté. Aquí está. Sr. Presidente. (Aplausos.) Qué bueno verlo.

Este evento tiene varios coanfitriones, incluido el Canciller, el presidente Petro, mi amiga la ministra de Relaciones Exteriores de Indonesia, Retno, que está en algún lugar por aquí también –allí– y varios otros colegas de todo el mundo que aúnan esfuerzos para abordar una cuestión de suma urgencia para países de todo el mundo.

Al inicio del año 2022, los conflictos, la pandemia de COVID-19 y los efectos de la crisis climática ya habían llevado a más de 190 millones de personas a una situación de inseguridad alimentaria. Según el Programa Mundial de Alimentos, la feroz guerra de agresión que libra el presidente Putin en Ucrania podría sumar 70 millones de personas más a esa cifra, un número ya estremecedor que se vuelve incluso más alarmante.

En mayo, tuve la oportunidad de hablar sobre estos temas en el Consejo de Seguridad de la ONU, en una reunión que Estados Unidos convocó para abordar el nexo entre inseguridad alimentaria y conflicto. También presidimos una Reunión Ministerial sobre Seguridad Alimentaria aquí en las Naciones Unidas, donde lanzamos una de las iniciativas sobre las que ya han escuchado, la Hoja de Ruta para la Seguridad Alimentaria Mundial: Llamado a la acción. Insta a los Estados Miembros a adoptar siete medidas, que incluyen mantener la apertura de los mercados de alimentos y agrícolas, incrementar la producción de fertilizantes e invertir en la agricultura con resiliencia al clima.

Más de 100 países se han plegado a la hoja de ruta, y muchos ya están actuando en función de esos compromisos. Estas medidas son cruciales porque la crisis actual no es del tipo que pueda superar ningún país o incluso grupo de países por sí solo. Y por eso estamos hoy aquí. El trabajo que tenemos por delante es claro.

En primer lugar, necesitamos llevar ayuda de emergencia a las personas que la necesitan. Desde febrero, Estados Unidos ha aportado más de USD 6.100 millones en concepto de asistencia humanitaria y USD 2.300 millones en asistencia para el desarrollo con el propósito de combatir el hambre y fortalecer la seguridad alimentaria. Me enorgullece decir que somos, en forma sostenida, el mayor donante al Programa Mundial de Alimentos, al cual aportamos más de la mitad de todas las contribuciones que recibe. Algunos países que tienen capacidad para ser los que más hacen, están entre quienes menos hacen. Y eso debe cambiar. Sin perjuicio de qué hayan hecho hasta el momento los países, cada país está siendo llamado a redoblar sus esfuerzos. En el día de mañana, Estados Unidos hará exactamente eso, y está previsto que el presidente Biden anuncie nueva asistencia estadounidense.

Otra forma en la que podemos sostener la ayuda inmediata es propugnando una prórroga del acuerdo que mediaron las Naciones Unidas y Turquía entre Rusia y Ucrania, el cual ha permitido que cereales y otros productos agrícolas se exporten desde puertos del Mar Negro. Pero ese acuerdo nunca debería haber sido necesario en primer lugar. La única razón por la cual lo fue es que Rusia, al invadir Ucrania, posteriormente bloqueó sus puertos e impidió que salieran alimentos que habían estado nutriendo al mundo.

Pero tuvimos que lidiar con la realidad que teníamos por delante, y el acuerdo que ayudó a negociar las Naciones Unidas con la asistencia de Turquía de hecho posibilitó que los cereales volvieran a movilizarse. Y conforme lo han escuchado de mis colegas, pese a la desinformación que sigue llegando desde Moscú, esos cereales y otros productos alimentarios están llegando a donde tienen que ir: los países más necesitados, preponderantemente en el Sur Global. También ha contribuido a reducir el precio de los alimentos en todo el mundo. Entonces, esto tiene que continuar, tiene que renovarse. Y es urgente.

En segundo lugar, debemos fortalecer los sistemas alimentarios mundiales y ayudar a los países a desarrollar la capacidad de producir sus propios alimentos para que podamos prevenir nuevas crisis y generar resiliencia frente a otras posibles conmociones. Escucharon al presidente Sall expresarlo con suma elocuencia: necesitamos una producción agrícola duradera. Tenemos que responder a la emergencia, pero también tenemos que prepararnos para el largo plazo.

En mayo, cuando fuimos coanfitriones de la reunión ministerial sobre alimentos, muchos de nuestros colegas africanos expresaron claramente que tanto como necesitaban el socorro de emergencia, también necesitaban más inversiones en innovación, sostenibilidad y autosuficiencia agrícola. A partir de mi paso reciente por varios países de África, estoy convencido de que la capacidad existe, pero se necesita ayuda y nosotros debemos ayudar. Hemos escuchado ese pedido.

En los próximos cinco años, Estados Unidos trabajará con el Congreso para invertir más de USD 11.000 millones en todo el mundo con el propósito de alcanzar ese objetivo de producción agrícola duradera. El mes pasado, incorporamos a ocho nuevos socios africanos a la iniciativa Alimentar el Futuro (Feed the Future). Este es nuestro programa insignia para expandir las redes de seguridad social, fortalecer los sistemas alimentarios y mejorar la nutrición. Muchos de esos países están representados hoy aquí. Este tipo de inversiones también son cruciales para adaptarse a los efectos crecientes de la crisis climática que estamos viendo en todo el mundo, y que incluyen desde sequías en el Cuerno de África hasta inundaciones en Pakistán.

En tercer lugar, es preciso lograr una mayor coordinación de nuestros esfuerzos –esto es algo que han escuchado insistentemente esta tarde– entre gobiernos, entre organismos regionales, entre fundaciones, entre ONG, entre organizaciones multilaterales y mucho más. Es cierto que hay una multiplicidad de iniciativas. Debemos asegurarnos de que estén actuando y trabajando juntas y de que todo esto sea coherente y se lleve a cabo de manera coordinada.

Una forma de hacerlo es cerciorarnos de que las sanciones no menoscaben el acceso a alimentos o medicamentos en ningún país, y no solo en Rusia y Ucrania. Para tal fin, Estados Unidos se propone trabajar con otros miembros del Consejo de Seguridad para asegurar que los alimentos, los medicamentos y la asistencia humanitaria siempre se excluyan de los regímenes de sanciones de la ONU. También vamos a expandir los esfuerzos para que estas autorizaciones por motivos humanitarios se incluyan en los programas de sanciones internos de EE. UU. Es algo que ya estamos haciendo, pero debemos hacerlo de manera consistente.

También podemos hacer más para que nuestras iniciativas sobre seguridad alimentaria sean más transparentes. Estados Unidos pronto publicará un informe en el que se evalúa nuestro grado de avance en el cumplimiento de los objetivos planteados en la hoja de ruta que expusimos en mayo, que van de incrementar los niveles de asistencia hasta lanzar nuevos programas como el Plan de Hambre Cero en el Caribe, creado con CARICOM y la República Dominicana. A su vez, instamos a otros a que publiquen sus propios informes para que, una vez más, podamos seguir corrigiendo falencias y evitando duplicaciones entre nosotros.

Este encuentro sin precedentes y la declaración de líderes que preparamos son otra de las formas en las que estamos fortaleciendo nuestra cooperación. Confío en que todos los países aquí presentes consideren y adopten la iniciativa, e insto a otros a que también lo hagan.

Pero tal vez lo más importante, además de lo que decimos, es lo que hacemos; no solo por el bien de las personas en todo el mundo que padecen las consecuencias de esta crisis, sino también porque la salud, la estabilidad y el bienestar de nuestra gente dependen de la seguridad alimentaria que podamos construir juntos.

Y ahora quisiera pasarle el micrófono a nuestro colega, el presidente Petro de Colombia. Sr. Presidente, tiene la palabra. Gracias. (Aplausos.)


Para ver el texto original, ir a: https://www.state.gov/secretary-antony-j-blinken-at-the-global-food-security-summit/

Esta traducción se proporciona como una cortesía y únicamente debe considerarse fidedigna la fuente original en inglés.

U.S. Department of State

The Lessons of 1989: Freedom and Our Future