Departamento de Estado de los Estados Unidos
Secretario de Estado Antony J. Blinken
DECLARACIONES
6 de octubre de 2022

Centro de Convenciones de Lima
Lima, Perú

SECRETARIO BLINKEN: Gracias. Buenos días, bom dia, bonjour y buenas tardes a todos. Es muy grato estar hoy aquí con todos nuestros colegas.

Estoy especialmente agradecido de que hayamos podido celebrar la Asamblea General de la OEA en forma presencial por primera vez desde 2019, y quisiera comenzar agradeciendo una vez más a nuestros anfitriones aquí en Perú por la fantástica hospitalidad y la excelente organización.

Desde la última vez que nos reunimos en persona, creo que es válido decir que a nuestro hemisferio no le han faltado desafíos. Ninguna región del mundo se ha visto más afectada por la pandemia y por sus consecuencias económicas.

Y luego, justo cuando empezábamos a recuperarnos, nos encontramos con nuevos inconvenientes, como el aumento del costo de los alimentos y la energía, que se han visto agravados por la guerra injustificada y no provocada del presidente Putin en Ucrania.

Lo que también hemos experimentado es que las consecuencias han recaído de manera desproporcionada en las comunidades que históricamente se han visto marginadas o relegadas. En personas de ascendencia africana y otras minorías raciales y étnicas. Comunidades indígenas. Mujeres y niñas. Personas con discapacidad. Personas LGBTQI+.

Los inconvenientes recientes se han visto agravados por desafíos que ya existían desde hacía tiempo en la región: la falta crónica de oportunidades económicas; una crisis climática que se acelera; corrupción endémica, todos estos factores que empujan a un número sin precedente de personas a abandonar sus hogares, a pesar de conocer los graves riesgos que entraña el viaje.

Los ciudadanos de todo nuestro hemisferio esperan que sus gobiernos, nosotros, podamos ayudarlos a abordar estos problemas, a crear las condiciones y brindar las herramientas que precisan para mejorar efectivamente sus vidas. Es una de las pruebas más importantes que enfrentan nuestros países y que, de hecho, han enfrentado desde que nos reunimos en Lima para adoptar la Carta Democrática Interamericana en esa fecha imborrable que fue el 11 de septiembre de 2001.

Creemos firmemente que podemos superar esta prueba si nos unimos para salvar dos brechas que separan lo que prometen nuestras democracias y lo que realizan.

En primer lugar, podemos abordar las desigualdades persistentes en el acceso a oportunidades, que durante demasiado tiempo han impedido que las comunidades alcancen su máximo potencial.

Este pacto social ha estado en el centro mismo de la OEA desde su concepción. Con el liderazgo del presidente Biden, estamos comprometidos a asociarnos con países de toda la región para brindar soluciones a los desafíos que afectan a todas nuestras poblaciones, y que ningún país puede resolver por sí solo.

En el Caribe, donde en la actualidad las dos terceras partes de la población experimenta inseguridad alimentaria, nos asociamos con CARICOM para combatir el hambre y la desnutrición, pero también brindamos a los agricultores las herramientas que necesitan para impulsar la productividad y adaptarse a los efectos crecientes del cambio climático, a fin de que las comunidades puedan realmente alimentar a su propia población y también a otras personas.

Junto con nuestros socios, estamos trabajando para cumplir el compromiso que asumimos en junio en la Cumbre de las Américas, de capacitar y equipar a medio millón de trabajadores locales del sector de la salud en el hemisferio, con el propósito de que más personas puedan obtener los cuidados de calidad que necesitan en sus propias comunidades. Esta iniciativa, de por sí, puede contribuir a revolucionar el acceso a la atención de la salud y la calidad de tales cuidados.

Gracias a los esfuerzos de la vicepresidenta Harris, hemos recaudado 3.200 millones de dólares en compromisos de inversión de parte de más de 40 empresas para promover oportunidades económicas varias en El Salvador, Guatemala y Honduras, que van desde ampliar el acceso a la banda ancha en zonas rurales y crear puestos de trabajo bien remunerados en el sector manufacturero, hasta proporcionar acceso al crédito a pequeñas empresas, y empresas pertenecientes a minorías y mujeres.

A través de estas y otras iniciativas, nos enfocamos en empoderar a las comunidades que han experimentado una marginación sistemática a lo largo de los años, porque es lo correcto. Porque cuando todas las comunidades tienen igual acceso al desarrollo, la sociedad entera se beneficia. Y porque las democracias más igualitarias suelen ser socios más estables y seguros. Ese es el espíritu de la Declaración de Lima: “Juntos contra la desigualdad y la discriminación”, que adoptaremos colectivamente mañana.

Hace unos días, en Colombia, tuve el honor de comprometer formalmente a los Estados Unidos para ser el primer acompañante internacional del Capítulo Étnico del Acuerdo de Paz de 2016 de ese país.

Este es un documento visionario, en tanto reconoce que no se puede lograr una paz duradera sin medidas que permitan avanzar hacia una mayor equidad, justicia e inclusión para las comunidades afrocolombianas e indígenas del país que sufrieron de manera desproporcionada durante el conflicto en Colombia.

Promover la equidad también es fundamental para construir una democracia duradera, no solo en Colombia, sino en todo nuestro hemisferio. Incluso en Estados Unidos, donde también tenemos una historia profunda de discriminación, que aún se siente en nuestra sociedad. Y por eso el presidente Biden ha establecido la lucha por la equidad y la justicia racial como una prioridad de nuestra administración, tanto a nivel nacional como internacional.

Debo decirles que ha sido una de mis principales prioridades en el Departamento de Estado, porque sabemos que la asombrosa diversidad de nuestro país es una de nuestras mayores fortalezas, incluso en nuestra política exterior. Nos hace más fuertes. Nos hace más inteligentes. Nos hace más creativos. Nos brinda la pluralidad de voces, puntos de vista y perspectivas que son vitales para nuestro propio experimento democrático y para ser un mejor socio de otras democracias en el hemisferio. Nombré a la primera funcionaria principal para asuntos de diversidad e inclusión del Departamento para contribuir a una institución más diversa que realmente se asemeje al país al cual representa y, también, a nuestra primera Representante especial para equidad y justicia racial, Desiree Cormier Smith, quien forma parte de nuestra delegación ante la Asamblea General, para ayudarnos a impulsar estas iniciativas en todo el mundo.

Así que esa es una parte importante. La segunda es esta: creemos que tenemos que renovar nuestro compromiso de cumplir con los principios fundamentales de nuestra Carta Democrática Interamericana y la Carta de la OEA. Hay muchas formas en que los Estados miembros pueden ayudar a hacer realidad los compromisos recogidos en esos instrumentos.

Podemos condenar de manera inequívoca los regímenes autoritarios de nuestra región y adoptar medidas colectivas para que rindan cuentas.

En Nicaragua, el régimen Ortega-Murillo está avasallando sin ningún reparo casi todos los principios de la Carta Democrática y la Carta de la OEA: al encarcelar arbitrariamente a opositores políticos, reprimir ferozmente a manifestantes, cometer fraude electoral flagrante, y atacar y encarcelar a periodistas y defensores de derechos humanos.

El régimen cubano sigue encarcelando a cientos de personas detenidas injustamente durante las protestas del 11 de julio de 2021, por el supuesto delito de salir a las calles a reclamar de manera pacífica a su gobierno que responda a sus necesidades básicas, y por exigir el respeto de los derechos humanos. Algunas de las personas encarceladas son menores; otras fueron condenadas a décadas de prisión tan solo por decir lo que pensaban.

Por su parte, en Venezuela, el régimen de Maduro ha negado insistentemente el derecho del pueblo venezolano a elegir a sus propios líderes, y provocó una catástrofe humanitaria que desplazó a más de 6 millones de refugiados y migrantes venezolanos, hacia quienes los países vecinos de Venezuela han mostrado una generosidad extraordinaria. Todos los Estados miembros de la OEA deberían unirse en apoyo de una solución negociada que conduzca a elecciones libres y justas en Venezuela en 2024.

Podemos reafirmar en mayor medida nuestro compromiso con la Carta Democrática y la Carta de la OEA, defendiendo sus principios en todo el mundo, como lo hicieron nuestros Estados miembros cuando la OEA se convirtió en uno de los primeros organismos multilaterales en condenar la brutal guerra del presidente Putin contra Ucrania, y luego suspendió la membresía de Rusia como Observador Permanente en la OEA.

Es fundamental que nos mantengamos unidos en condenar los referéndums amañados que lleva a cabo Rusia como una violación del derecho internacional y rechazar de manera inequívoca todo intento de anexionar ilegalmente territorio ucraniano.

Creo que la declaración que firmaron hoy los Estados miembros, encabezados por Guatemala, lo demuestra. Esperamos que los países apoyen de manera similar la resolución de la Asamblea General de la ONU, que se espera que se emita alrededor de la próxima semana.

Podemos ayudar a otras democracias que tienen más dificultades para satisfacer las necesidades básicas de sus ciudadanos. Esa es la razón por la cual patrocinamos de manera conjunta la resolución sobre Haití ante esta Asamblea General, que apoya las soluciones impulsadas por el gobierno, los partidos políticos, la sociedad civil, la diáspora y el sector privado de Haití para abordar el deterioro de la situación de seguridad del país, restaurar sus instituciones democráticas y favorecer las condiciones para que el pueblo haitiano pueda finalmente desarrollar su potencial pleno.

Por último, podemos pronunciarnos cuando líderes de nuestra región que fueron elegidos democráticamente toman prestada la fórmula de los autócratas para tratar de permanecer en el poder y debilitan los sistemas de controles y equilibrios, por ejemplo, al aprobar leyes que otorgan al gobierno facultades excesivamente amplias para censurar a los medios de comunicación y la sociedad civil; ampliar la duración de los mandatos; y hostigar, perseguir o destituir a funcionarios gubernamentales de postura independiente, como fiscales y jueces, por el mero hecho de hacer su trabajo. Estamos viendo más líderes que toman estas medidas antidemocráticas, a menudo bajo el falso pretexto de que cuentan con apoyo popular.

Trabajaremos para atraer a más socios a este esfuerzo: organizaciones de la sociedad civil, el sector privado, grupos de jóvenes y otras áreas de nuestros gobiernos, razón por la cual Estados Unidos se complace en presentar, disculpen, un nuevo texto para esta asamblea que insta a que haya un compromiso interparlamentario más contundente en asuntos de interés común.

Pero quiero dejar muy en claro que no se trata de escoger bandos entre izquierdas y derechas o entre liberales y conservadores. Se trata de poner nuestro compromiso común con la democracia por encima de la lealtad a una ideología o a un partido. Se trata de defender los derechos y las aspiraciones de las personas en todo nuestro hemisferio. Se trata de defender y dar sentido a las palabras que todos firmamos en las cartas y, efectivamente, en la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos.

En definitiva, confío en que podremos cumplir con esto porque, si bien es posible que haya ciudadanos no satisfechos con la forma en que funcionan sus democracias, la mayoría todavía cree que es la mejor manera de abordar los problemas cotidianos que enfrentan y, de hecho, mejorar sus vidas de maneras tangibles.

Los ciudadanos todavía creen. Y si creen y están dispuestos a participar y a ser nuestros socios en este hemisferio para mejorar las democracias desde adentro, entonces no hay desafío que no podamos superar si lo hacemos juntos. Ese es el espíritu que Estados Unidos aporta a nuestro proyecto común y a este hemisferio que compartimos.

Gracias.


Para ver el texto original, ir a: https://www.state.gov/secretary-antony-j-blinken-at-oas-general-assembly-first-plenary-session/

Esta traducción se proporciona como una cortesía y únicamente debe considerarse fidedigna la fuente original en inglés.

U.S. Department of State

The Lessons of 1989: Freedom and Our Future